Todos los veranos llegan con su agosto y en El País con Millás haciendo de las suyas. Si en anteriores ocasiones nos relataba a los madrileños del exilio interior y del exterior las visicitudes de un madrileño reconociéndose a si mismo en Madrid y en agosto este año en la Revista de Agosto ha comentado fotos curiosas -curiosas para él. Le han acompañado Karmentxu Marin Javier Sampedro o Sergi Pàmies entre otros. Como titulaba hoy su periplo continuará… en agosto de 2007.

Hablo de El País que leo con más ilusión las noticias de la guerra o del proceso de paz parecen estancadas en este mes relegadas a su condición de protagonistas porque lo son los otro 11 meses o porque un estado quiere cargarse otro en tan solo un mes. En cualquier caso parece que la capacidad de intervención ciudadana sobre esos acontecimientos es más imposible e inútil que nunca y aún así hay gente que hace cosas por la paz gracias a ellos también -por las gracias del final.

Los veranos de Madrid ya no son lo que eran antes. Antes debía quedarse menos gente porque nosotros éramos más pequeños y estábamos por ahí. Luego vinieron las crisis del paro por la reconversión industrial -que no salen en los anuncios del Sorteo del 15 de agosto de la ONCE pero sí en la película Barrio de Fernando León- y hubo menos salidas. Más tarde comenzamos a salir por nuestra cuenta y así y etc. hasta ahora. Pero agosto y Madrid han conservado una relación curiosa: es cuando la ciudad la metrópolis en su conjunto mejor está. Hay quien dice que mejor que los que hayan salido no vuelvan con sitio donde aparcar con menos tráfico con temperaturas que a veces sorprenden con una segunda capa necesaria…

Pero no es como antes. Las obras eternas llegan a todas partes: al metro en varias líneas a los PAUS a la M30 a la operación asfaltado a los polideportivos a las nuevas carreteras… Madrid va pasando de ciudad grande a metrópolis grande todo se une y entrelaza o se recalifica o se transplanta o desaparece y así los atascos permanecen el humo de la contaminación compite con el polvo de las obras y entre unas cosas y otras -precariedad de los conpapeles o precariedad de los sinpapeles- la ciudad no se vacía tanto.

Quizás porque Madrid ha ido cambiando quizás porque no se debe hacer lo mismo todos los años -a mí la verdad no me importa si me gusta- Juan José Millás ha cambiado este verano su crónica madrileña por su particular visión de la realidad a través de los ojos -o de las lentes- de otros comentando fotografías. Como decía Berger toda imagen encarna un modo de ver y así con fotos que acompañan a la noticia fotos que quieren aportar algo más que un acompañamiento no-verbal o fotos de una exposlción de fotografía como aquella de la familia de Brooklyn con su hijo gigante.

Hoy se ha despedido con un Continuará y no se refería a si mismo sino a lo que podía dar de sí una investigadora del CSIC en la Universidad de Alicante

Me gustó mucho la señora de la foto a la que la autora del reportaje describía como “de expresión suave juvenil y menuda” porque es bióloga porque se la ve feliz y porque lleva un 13 a modo de gargantilla.

Apoyada el una barandilla de hierro en plano ligeramente contrapicado despeinada con las mangas dadas de sí la manga larga y un fondo rallado de persiana metálica la luz de izquiera a derecha igual que su pelo sobre la frente con los dedos de la mano izquierda tensando la postura y los de la derecha sin saber qué hacer. Sí a mí me pareció una gran foto cuando la vi este mismo mes de agosto en la misma Revista de Agosto. Millás de ahí sacaba un buen argumento para una buena historia Y así termina afirmando que si hay algo que pueda ocurrir él espera estar cerca para contarlo y yo espero estar atento para leerlo.

Gracias Millás