El martes 9 de noviembre fui invitado por Jóvenes de Izquierda Unida de Valladolid a una charla sobre software libre dentro de las Jornadas sobre Copyleft con el nombre “la cultura se defiende compartiéndola”.

La invitación llega por Juan viejo amigo de sindominio entusiasmado con el Área Telemática del Labo 3 y vallisoletano. A las jornadas asisten también los amigos Felipe de Samba da Rua una formación de samba que ha marcado un antes y un después en las movilizaciones sociales madrileñas y Guillermo Zapata autor del corto “Lo que tú quieras oír” y que es un auténtico fenómeno en Youtube. Lamentablemente no coincidimos allí.

A Valladolid se puede ir en autobús o tren y como todavía no está el AVE pillo el bus que va un poco más rápido aunque con los atascos de entrada y salida en Madrid y Valladolid queda bastante igualado.

Cuando llegué vi a un tipo que en el autobús leía a Marvin Harris y le seguí. Quería ir hacia el centro de la ciudad y efectivamente ese tipo iba para allá. Enseguida me planté en el Paseo Zorrilla con el Campogrande a un lado qué recuerdos de la infancia vinieron cuando iba con mi tío José y se paraba en algunas aceras para enseñarnos unas baldosas y decir: “mira éstas las he puesto yo”.

Quedé con Juan en la Plaza Mayor. Me dijo que había conexión WiFi a Internet por lo que apreté el paso para conectarme un ratito. La calle Santiago siempre lleva al centro así que no tuve pérdida. Efectivamente estaba conectado lo justo para decirles a mis compas de curro que había llegado e intercambiar información de última hora sobre algún proyecto. Sí como pone en la información de las jornadas trabajo en la cooperativa xsto.info y faltar a veces resulta una tragedia si no para ti quizás para los clientes.

El Ateneo Republicano de Valladolid está muy cerquita. Juan llevaba la bici “claro” pensé con lo llanito que es esto la bici va fina fina lástima no haberla traído -lástima y para qué por otro lado no iba a montar en bici. Antes tomamos una cerveza en El Desconcierto un sitio que de madrugada debe estar hasta arriba pero que a las seis de la tarde parecía el típico garito con cervezas de importación y decoración del oeste americano que hay en tantas y tantas ciudades.

En el Ateneo Republicano había una concurrida audiencia de diez personas tirando por lo alto. El sitio está muy bien y tiene cerveza Mahou así que ya me sentía un poco más en casa. Había preparado una mínima presentación que me sirviera como guión de lo que quería contarles. Realmente luego no suelo seguir los guiones pero no están de más.

El aspecto que más les sorprendió como ocurre en tantas ocasiones fue que el software libre el de la licencia GPL lo pudiera utilizar por ejemplo M$ para su próxima versión de Windows Free. ¿Y por qué no? Significaría algo de reconocimiento como mínimo. También se mostraron muy interesados en algún programa de CAD unos estudiantes de Arquitectura y gracias a ello entramos en el típico debate de “si esto me supone un esfuerzo no lo quiero hacer” no desde la perspectiva típica de evitar el esfuerzo sino desde la militancia política que supera el militantismo y dice no a cualquier cosa que esté bien -lo políticamente correcto- a costa del esfuerzo personal. Al final como casi siempre optamos por el típico “que cada cual haga lo que quiera” repartieron CDs de Ubuntu 7.10 y continuamos la charla en la calle.

Sí Valladolid es un sitio frío frío. La previsión del INM daba 0º de madrugada y debíamos andar cerca. Afortunadamente en Valladolid saben calentarse a base de bien y descubrí un sitio mítico: el “Penicilino”. Es maravilloso mezcla lo tradicional de un “Bodegas el Maño” de Madrid (como todos los ejemplos siguientes) con los bocatas de un “Viva Chapata” el cañeo de “La Mancha” lo moderno de “El Bufalino” y lo cutre de “El Palentino”. Como decía Juan Valladolid es más pequeño que Madrid y todos los matices se juntan en un mismo sitio. El Penicilino era el sitio donde tomar Penicilino con zapatilla es decir un vino que es(era) un ponche de vinos y una pasta de azúcar de Portillo. Hace un año el dueño cerró se jubiló y al poco alquiló el local a una cooperativa de trabajo que le da continuidad sin las viejas y grandes tinajas y sin penicilino ya que la receta la vendía por un buen pico. También tenían Mahou. Por cierto resulta que también estuve de pequeño con mi tío José qué gracia.

Los acompañantes se fueron yendo y quedamos Juan María y yo. Para cenar nos desplazamos a “La Cárcava” un sitio con unas tapas guapísimas. La tapa “Castellana” había ganado algún concurso y se ganó nuestra simpatía y admiración cóctel de sabores acompañado todo con unos Ribera. Aunque ya se acercaba la hora de dormir no querían que abandonara la ciudad sin degustar un “diamante” en un lugar de nombre “El largo adiós” aunque conocido popularmente como “El cafetín”. Perfecto de postre.

La próxima en el mismo sitio.