El derecho a las webs accesibles con un ejemplo: Madrid 2016
En una lista de correo sobre accesibilidad en la web se habla de la flamante nueva web de la candidatura de Madrid a las Olimpiadas de 2016. Hay quienes plantean según la legislación vigente que la web debería ser accesible puesto que está financiada con fondos públicos. Un participante en la lista desde Buenos Aires opina lo siguiente.
“Nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio” (J.M. Serrat). Que los madrileños la hayan pagado y por ello crean tener algún derecho adquirido es una quimera (perdonen) de la época de Carlos Marx. Eso sería loable en una sociedad comunera pero ésta no lo es; esto es “capitalismo” del más puro: tu opinión no cuenta lo que cuenta es el negocio la vidriera la puesta en escena la trastienda etc. ¿Capisce? Los ritmos no los marca el cura y su sermón del domingo ni las tablas de Moisés ni la Tabla Esmeralda de Hermes Trismegisto ni el Corán “ni qua ni chua”… Lo marcan tres tipitos sentados en una mesa de directorio que tiene contratos firmados responsabilidades comerciales y esas yerbas. Y un modo de ver la vida que no es común a muchos de nosotros. El “riesgo empresario” lo corren ellos no los millones de madrileños a quienes Dios los tenga en la gloria ni vos ni yo sentado en esta silla heradadaa de mis ancestros un jueves por la mañana en algún rincón de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires muerto de calor y escuchando progresivo del ‘70.
Flash “VENDE”: y vende por los ojos… y los oídos. Esta es la LEY máxima en estos tiempos; el de Internet es un universo bidimensional del cual unos no se sentirán culpables de las discapacidad de otros. “¡El que tenga ojos para ver que vea y el que tenga oídos para oír que oiga!”. ¿Y el que no? ¡Que se joda!
…Y es un mundo de “accesibilidad económica” y no “social” ¿me explico?; que es lo que muchos de nosotros buenamente pretendemos con las máximas de Sidar en las manos: de modo que el que no puede estar en la cresta de la ola ¡que se joda!
Éste a excepción de lo de Sidar y no otro sería el razonamiento de esos tres tipitos sentados en un mesa de directorio con sus botellitas de agua mineral y secretarias sonrientes. A ver… con estas simples coordenadas ¿quién la puede contra ellos?